lunes, 15 de junio de 2009

La Mujer y el Traspatio

La mujer descubrió la agricultura. Fue ella quien recolectó semillas de aquí y de allá y las llevó a su casa. Fue también ella, la que observó como germinaban y cómo de ellas podía salir otra planta que produjera otras semillas y más alimento.

El solar fue también un invento de la mujer. El solar apareció antes de que aparecieran las primeras casas; la mayoría de éstas sólo se construyeron cuando ya se había creado un lugar para producir y asegurar los alimentos. Hasta ese momento, los grupos humanos vagaban cazando y recolectando. A partir del descubrimiento del solar, las casas se construyeron dentro o al lado de éste. Surgió de este modo, también el primer concepto de seguridad alimentaria: Asegurar en todo momento, el acceso a los alimentos. Ese fue y sigue siendo el propósito primordial del solar.

Lugar de producción, de experimentación, de reproducción, de aprendizaje, de herencia entre generaciones, de expresión estética, de protección y de recreación. Todo eso y mucho más es ése espacio de producción junto al hogar que actualmente conocemos como solar o traspatio

El solar es un espacio familiar, pero es un espacio que sobretodo está relacionado con las mujeres. En, no pocas ocasiones, es el único lugar en dónde ellas pueden tomar decisiones sin consultar a nadie y en donde ellas pueden expresar sus intereses y deseos.

 Sembrar una flor aquí, un frutal acá y una planta medicinal allá, son modestas expresiones de libertad de las mujeres que, constituyen, sin embargo un puntal muy importante para la autoestima, la dignidad y la calidad de vida misma de decenas de miles de mujeres que en Chiapas nacen, viven y se mueven toda su vida a contracorriente.

La crisis de la producción agraria y todas sus agravantes sociales, políticas, económicas, ambientales y culturales han teñido de desesperanza a muchos campesinos,  quienes ven sólo dos alternativas: Una activa, que consiste en migrar para buscar trabajo. La otra, una alternativa pasiva,  que consiste en inscribirse en el mayor número posible de padrones de la asistencia social.

Cualquiera de estas dos opciones constituye un golpe mortal a la cultura del solar o traspatio.

La migración de sus parejas, deja a las mujeres con una carga más pesada de tareas y sin el alivio de una mayor participación e influencia en las decisiones de su comunidad y de su familia. El solar queda olvidado ante la presión de otras tareas apremiantes.

La dependencia en los programas monetarios o alimentarios de asistencia desalientan la producción y lastiman la dignidad de las mujeres,  impulsándolas a formarse en largas filas, para recibir algo de dinero con el que van a comprar las cosas que antes producían en sus solares. O peor aún, las frutas o verduras que antes producían y consumían de su huerto, son sustituidas por productos industrializados de bajo valor nutricio y alto costo, dañando la salud y erosionando gravemente su economía. La triste, pero repetida imagen de solares que alguna vez fueron productivos y ahora están cubiertos de basura de todo tipo de envases y envolturas, son una dramática prueba de ello.

La necesidad de figurar en los padrones de asistencia obliga a los beneficiarios a ser y a parecer pobres. No están obligados a mostrar ninguna gradualidad de mejoría. La suciedad, el abandono y la destrucción del ambiente se convierten en formas de autoafirmarse como pobres y necesitados de asistencia.

Impulsar el rescate de los solares e impulsar la producción para el autostenimiento alimentario es una apuesta diferente. Es una apuesta de dignidad y de rescate de valores tan antiguos como las culturas mismas. Es un rescate de las raíces, no una poda de ramas.

Sin embargo, el impulso de la producción de solar como una estrategia de gobierno entraña una serie de riesgos que deben de ser evitados.

En primer lugar, se debe estar atento a que el solar no sea expropiado por las instituciones o sus programas. El solar deberá seguir siendo, un espacio de las mujeres.

Debe también estar orientado a apoyar a las mujeres y a facilitarles la vida, no a sobrecargar más aún sus responsabilidades y tareas.

La producción del solar no debe crear dependencia en los insumos o en los técnicos. Para que cumpla su acción liberadora, todo impulso a la producción de traspatio debe asegurar que exista un proceso de apropiación por parte de las mujeres de todos los conocimientos necesarios. Por ello, el apoyo a la producción de solar es más una tarea educativa y de acompañamiento que una mera transferencia de recursos y técnicas.

El rescate del solar es también una estrategia de resistencia. En donde siguen y seguirán floreciendo las plantas y semillas despreciadas y condenadas por los modelos de desarrollo y la globalización económica.

Donde haya un solar floreciente sabremos que hay una mujer que dice aquí estoy, sé quién soy y qué puedo hacer. Estas palabras también las veremos reflejadas en las sonrisas satisfechas de sus hijos.

Marcos Arana-Cedeño

Volver página principal

No hay comentarios:

Publicar un comentario