miércoles, 6 de mayo de 2009

Introducción al Enfoque de Estacionalidad

La concepción del tiempo es un elemento central de la cosmovisión de uncultura. Para las sociedades campesinas del continente americano, al igual que para las sociedades tradicionales de muchos otros lugares del planeta, el tiempo es circular. Éste está enmarcado por los momentos de preparación de la tierra, la siembra y la cosecha, los cuales son aspectos vitales de todas las sociedades campesinas. Esta noción no sólo determina la temporalidad de las labores del campo, sino que constituye una estructura conforme a la cual se explican los fenómenos y se rigen los principales aspectos de la vida individual y colectiva.

En estas sociedades, la vida está constituida por un ciclo entre el nacimiento y la muerte que, a su vez, transcurre en forma de ciclos anuales que se suceden uno al otro. En las culturas andinas, por ejemplo, “el tiempo no es un proceso lineal de principio a fin; sino, un proceso en espiral. Esto implica que el futuro es una repetición y expansión de ciclos y ritmos[2].


Para los campesinos, el espacio y el tiempo que se requieren para producir tienen límites espaciales y temporales bien definidos, con los cuales se conforma una lógica de producción circular, en la que el tiempo fluye mediante una sucesión de ciclos de estaciones anuales. Sólo los eventos extraordinarios y, de manera muy especial, las catástrofes marcan puntos de referencia histórica lineales.

Para las culturas en las que el tiempo se conceptualiza circularmente, lo que ocurrirá en el futuro ya ha ocurrido antes y lo que pasó volverá a suceder. Esta noción refuerza la necesidad de recurrir a la memoria, a las tradiciones y a la forma en la que fueron enfrentados los problemas en el pasado para enfrentar los obstáculos del presente.

La noción lineal del tiempo, predominante en la cultura occidental moderna, se ha desarrollado fundamentalmente a partir del intercambio comercial, de las comunicaciones y de la administración pública. La globalización de la economía y de las comunicaciones hizo que, como nunca antes en la historia de la humanidad, se enfatizara en el concepto lineal del tiempo cuando terminaba el Siglo XX y comenzaba el nuevo milenio.

No obstante que la visión lineal del tiempo rige la política y el intercambio comercial del mundo globalizado, ésta no ha sustituido completamente al concepto de tiempo circular, el cual sigue rigiendo la vida de miles de millones de habitantes en el planeta. Las dos nociones tienden a sobreponerse, la lineal rige los contactos con el exterior, pero la circular sigue definiendo el ritmo interno de la colectividad y de las estructuras más profundas del pensamiento.

El concepto circular del tiempo no impide la incorporación de elementos nuevos ni la búsqueda de explicaciones más allá de la interminable sucesión de ciclos. En mi experiencia personal, la enorme dificultad inicial que encontré para realizar programas de educación ambiental para campesinos indígenas de Chiapas y refugiados guatemaltecos, fue resuelta, en gran medida, estimulando la observación y la reflexión de las variaciones y rupturas de algunos ciclos anuales, como en el caso de los cambios producidos por el deterioro ambiental[3]. Fue así como, retomando una visión cíclica de los fenómenos, fue posible analizar junto con grupos de campesinos indígenaslos efectos a largo plazo de la deforestación.

Independientemente de que los medios de comunicación y la creciente interacción económica hagan llegar una avalancha constante de informaciones a las comunidades campesinas, los aspectos más cotidianos de la vida siguen estando regidos por ciclos estacionales y, por esto, todo aquello que puede ser explicado conforme a éstos, es más familiar y aceptable.

La noción del tiempo y la comprensión de las medidas preventivas

Las diferencias culturales sobre la concepción del tiempo tienen un sinnúmero de implicaciones. La percepción del tiempo adquiere gran importancia cuando un trabajador de salud proveniente de una cultura diferente, que conceptualiza linealmente el tiempo, trata de interactuar con una comunidad campesina. Si éste no comprende que los conceptos de tiempo y enfermedad son distintos, será muy difícil que desarrolle la empatía y la paciencia necesarias para comunicarse adecuadamente y evitar la frustración. Sin una sensibilización previa para el trabajo en un contexto intercultural, el ritmo de las cosas puede parecer lento y la respuesta de la población insuficiente o tardía.

En contraste, los tiempos acotados, breves, apresurados y discontinuos que los trabajadores de salud externos emplean generalmente para desarrollar sus actividades en una comunidad rural, hace que éstos sean percibidos como descuidados, irrespetuosos e, incluso, poco confiables. Es muy difícil que los trabajadores de salud puedan extender el tiempo que permanecen en una localidad. Sin embargo, las actividades que realizan y los mensajes que comunican pueden armonizarse con la percepción del tiempo y los problemas de la población.

La elaboración de un calendario con la participación de la comunidad es una herramienta muy útil para establecer una sincronía entre la población y el trabajador de salud. Esta facilita que éste último se familiarice con los problemas que se presentan regularmente en una comunidad y con la percepción que sus habitantes tienen de éstos.Este proceso consiste en la elaboración de un “calendario epidemiológico” construido con base en la informaciónepidemiológica local y regional, analizada junto con la población, desde su propia percepción, y en el que se representen de manera gráfica, la incidencia estacional de las principales enfermedades, los ciclos de tareas agrícolas, las festividades, los cambios climáticos, la disponibilidad de alimentos y de agua, y todos los demás factores que, de acuerdo a los miembros de la comunidad, tienen incidencia en las enfermedades o afectan la atención para la salud.

El agrupamiento de los padecimientos por grupos de causas contribuye a la comprensión de los factores que afectan la salud con mayor claridad por parte de la población y facilitan la identificación de las acciones preventivas que pueden realizarse para disminuir el riesgo de la enfermedad. De este modo, la población puede identificar, por ejemplo, las enfermedades que se relacionan con el mal saneamiento y entre éstas, las que están relacionadas con la contaminación de agua y alimentos e identificar en cuáles meses del año, estas se presentan con mayor frecuencia.

El uso de la información epidemiológica está restringido generalmente a los profesionales de la salud, para quienes ésta es un instrumento de gran importancia para el diseño y seguimiento de las acciones preventivas o resolutivas, así como para su posterior evaluación. Con el fin de sensibilizar e involucrar activamente a la población, la información epidemiológica de una localidad o región debería ser devuelta a población y analizada junto con ella. Sin embargo, la mayor parte de los intentos por llevar a cabo esta tarea, fracasan debido a que el lenguaje utilizado por los profesionales de la salud resulta difícil de comprender a causa de su frecuente incapacidad de deshacerse de los tecnicismos y de usar un lenguaje más sencillo y comprensible.

Al recurrir a un lenguaje difícil de entender para formular mensajes educativos dirigidos a la población, se produce un efecto totalmente contrario al deseado, ya que en lugar de sensibilizar y motivar, se refuerza la falsa creencia de que sólo los profesionales pueden entender la dinámica de las enfermedades. Este resultado desalienta la participación y refuerza la dependencia.

Variaciones estacionales de la pobreza y la desnutrición

Las variaciones estacionales no solamente tienen efecto sobre las condiciones climáticas o biológicas. La pobreza misma tiene variaciones a lo largo del año. Estas variaciones pueden observarse incluso a nivel urbano, sin embargo, tienen su mayor expresión en las regiones rurales con una agricultura de temporal. En éstas, el inicio de la estación de lluvias está alejado de las cosechas y por ende, las reservas de alimentos y de dinero han disminuido. El mayor riesgo no lo constituye sólo la menor disponibilidad y acceso a los alimentos, sino el incremento de las infecciones gastrointestinales condicionado por la contaminación de los mantos de agua debida al escurrimiento superficial[4] provocado por la lluvia. Los menores están más expuestos a sufrir de ciclos de infección y desnutrición, los que pueden deteriorar rápidamente su salud y nutrición[5], exponiéndolos a la emaciación[6]Paradójicamente, estos meses, en los que las acciones de prevención de la desnutrición y vigilancia nutricional deberían intensificarse, algunas intervenciones de asistencia alimentaria, tales como los desayunos escolares, son suspendidas. Los menores quedan, durante la mayor parte de este periodo alejados de cualquier posibilidad de supervisión que de su estado de salud pudiera realizarse en el medio escolar. Durante las vacaciones, un alto porcentaje de menores participan durante estos meses en las labores del campo, lo que incrementa sus requerimientos y su exposición a agroquímicos. Aunque esta situación afecta directamente a los menores en edad escolar, existe un impacto indirecto sobre todos los miembros de la familia.

En contraste, el final del año coincide una mayor disponibilidad de alimentos con una relativa mejoría en los recursos monetarios. A pesar de que el incremento de las infecciones respiratorias agudas del fin de año también inciden sobre el estado de nutrición de los menores, su impacto no es tan grande como el de las gastroenteritis.

Un estudio de 5643 menores de cinco años de 60 localidades de alta y muy alta marginalidad de Chiapas encontró variaciones estacionales muy importantes en el porcentaje de niños y niñas con emaciación >2Z (bajo peso para talla). Las variaciones más importantes se encontraron entre los 12 y los 24 meses, en los cuales la cifra de emaciación era mayor en más del cien por ciento durante la época de lluvias que durante la de estiaje. (ver cuadro 1)

La ayuda alimentaria es con mucha frecuencia, la principal y a veces única fuente de alimentos durante el comienzo de la época de lluvias,mientras que al final del año, los alimentos proporcionados por los programas de asistencia con frecuencia son destinados a fines diferentes o simplemente, no se utilizan.

De este modo, podemos identificar, en términos muy generales, 4 periodos trimestrales que, a lo largo del año, presentan un mayor riesgo para ciertos padecimientos. La educación para la salud con enfoque estacional, acentúa la información y la promoción de acciones específicas, de acuerdo a los riesgos potenciales de cada estación.

Existe abundante literatura sobre la estacionalidad del riesgo frente a desastres naturales[7], sin embargo, no han sido muchas las experiencias en las que se promueve una acción educativa estructurada que contemple la pertinencia de la información, orientada con base a la percepción campesina de los ciclos anuales de producción agrícola.

Durante estas estaciones, no solamente varía la importancia, el nivel de interés, sino también el tiempo que la población campesina tiene para las acciones comunitarias.

Las sociedades campesinas han desarrollado ancestralmente, una multitud de estrategias para aprovechar al cambio los cambios estacionales y para contrarrestar sus efectos adversos, entre los que uno puede identificar numerosas conductas de anticipación y preparación ante los cambios climáticos. Estos esquemas de prevención pueden ser reforzados y ampliados para incluir a muchos de los más importantes problemas de salud. De este modo, el enfoque estacional consiste en promover que, junto con las acciones de antelación que habitualmente se realizan para las labores del campo y la subsistencia cotidiana, se lleven a cabo acción para la prevención de enfermedades y de la desnutrición.

Si bien las acciones de vigilancia y educación deben ser permanentes, existen razones suficientes para justificar una intensificación de las acciones de prevención y detección durante ciertas épocas del año. Estas deberían también ser acompañadas de otras estrategias de “contraestacionalidad” tales como la producción de traspatio, la conservación de alimentos o el ahorro. Las variaciones estacionales de la emaciación deberían motivar una reflexión sobre la forma en la que se llevan a cabo los programas de asistencia alimentaria.

Marcos Arana Cedeño

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[1] Nigro, Marinella, Frida Kalho: El tiempo circular o el Espejo enjoyado

[2] Rist, S., San Martín, J. y Tapia, N. Bolivia: Concepto Andino de cosmovisión y vida, Plataforma para el diálogo intercultural sobre cosmovisión y agricultura. 1998. La Paz: COMPAS. AGRUCO pp.37-55.

[3] Arana, M., Educación y gestión ambiental en la selva de Chiapas en Leff, E. y Carabias, J.

[4] Payne, Phillip, “The extent and Implications of Seasonal Food Insecurity and Malnutrition” en Sahn E. David, Seasonal Variability in Third World Agriculture: The Consequences for Food Security,Johns Hopkins University Press, pp 1-30

[5] Branca F, Pastore G, Demissie T, Ferro-Luzzi A. The nutritional impact of seasonality in children and adults of rural Ethiopia. Eur J Clin Nutr. 1993 Dec;47(12):840-50.

[6] Arana, M, La desnutrición en Chiapas: Reflexiones y bases para la acción integral, SDS, Gob. de Chiapas, 2003

[7] Yodmani, Suvit, Disaster Risk Management and Vulnerability: Protecting the PoorAsia and Pacific Forum on Poverty, Bangkok, 2002.

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