Cuando los gobiernos hablan de la pobreza se refieren exclusivamente a la pobreza material. La pobreza alimentaria (cuando los ingresos no permiten satisfacer las necesidades básicas de alimentación, vivienda y salud) y la pobreza patrimonial (cuando se carece de bienes patrimoniales, principalmente de vivienda) alcanzan cifras muy elevadas en el país aunque también se considera como indicador, la pobreza de capacidades, predomina el enfoque cuantitativo que tiene que ver con el ingreso. De este modo, el combate a la pobreza está orientado fundamentalmente a incrementar la capacidad de consumo. Las políticas de desarrollo están encaminadas fundamentalmente a incrementar el ingreso. Sin embargo, las principales acciones no están dirigidas a atacar los factores que producen la pobreza, sino a mitigar sus efectos. Por ende, la principal acción de la política social del Estado no está encaminada a generar empleo y seguridad social, sino a la transferencia de recursos y a la asistencia en alimentos y otros bienes.
El combate a la desnutrición, por ejemplo, es abordado desde una perspectiva asistencial que no protege y apoya la capacidad de la población de autoalimentarse con acciones que fortalezcan la dignidad y la autonomía, sino por el contrario, coloca a la población en una situación de dependencia, erosionando su dignidad y autoestima. Para recibir la trasferencia de dinero del programa OPORTUNIDADES, por ejemplo, la población tiene que demostrar que es pobre y cada año tiene que demostrar que sigue siendo igualmente pobre para seguir recibiendo estos recursos.
La pérdida de la dignidad , la erosión de los saberes y capacidades, así como la destrucción de las redes sociales de intercambio y apoyo mutuo constituyen amenazas inmensamente más graves que la pobreza material y sus efectos resultan difícilmente reversibles. Desgraciadamente, la política social no sólo no está enfocada a evitar la pérdida de estos recursos socioculturales, sino que fomenta la dependencia y el individualismo trastocándolos.
Ante esta situación y sin embargo, existen conceptos tradicionales que se refieren a una forma de vida en la que la dignidad, el respeto a los demás, a la naturaleza y a la cultura están colocados en el centro y constituyen un ideal de vida. Entre los tseltales y tsotsiles, este concepto se denomina LEKIL KUXLEJAL. Este concepto, que significa “Vida buena o correcta” es un concepto que ha sido descrito por el Dr. Antonio Paoli , quien señala que a pesar de que se ha degradado con el tiempo, sigue siendo un concepto fundamental de la ética tradicional y de la identidad.
Ante la falta de la palabra “derecho” en muchas lenguas indígenas, los derechos económicos, sociales y culturales han sido explicados en encuentros con promotores indígenas de Chiapas como “LO QUE A TODO HOMBRE, MUJER, NIÑO O NIÑA LE CORRESPONDE PARA PODER TENER LEKIL kUXLEJAL”.
Otros promotores de salud, que se reunieron en la localidad de Moisés Gandhi en 1997 declararon que la Salud es vivir sin humillación…humillación es no tener lo que nos corresponde.
Marcos Arana Cedeño
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