viernes, 30 de octubre de 2009

Educación ambiental en el contexto rural indígena

...En enero de este año vine a vivir para San Cristóbal con la intención de entender cómo mi mundo occidental se desconectó de su ligación a la tierra, y lo que realmente significaba uno pertenecer a algo más grande, a un proyecto mágico que es la madre tierra. Pensé que al mejor, en la diversidad biocultural de los Altos de Chiapas, pudiera lograr entender qué vínculo es ese y qué significa. Tuvo la suerte de conocer algunas comunidades tseltales.

Me chocó ver que en diversas comunidades se suele ver basura en el entorno. Botellas de refrigerante se encuentran por todos los cerros, en todas las líneas de agua, en todos los caminos. Incluso en las escuelas uno suele ver un tiradero de basura al lado de la sala de aula. Mi idea de la reverencia de los pueblos indígenas para con la madre tierra se desmoronó ante este escenario; por que creía que el respecto por la tierra pasa por la responsabilización de sus desechos.

Poco a poco conocí más de la cultura tseltal, de su cosmovisión, de sus modos de vivir. Igualmente conocí un poco de las presiones que sufren, de las exigencias que le hacen, y de la desintegración social por que están pasando. Entendí también que conocer y aprender una nueva lengua no es solamente aprender su gramática y su vocabulario, por que en tseltal cada palabra carga en si una visión del mundo, y una visión de nuestro relacionamiento con él. Con eso logré entender que el concepto de basura en tseltal no existe y con eso, tampoco existe lo de educación ambiental.

Cómo ingeniera del medio ambiente me hacia todo el sentido que era necesaria una sensibilización ambiental de estas comunidades, para que la basura no contaminase más el medio ambiente y no provocara más enfermedad. Hay que enseñar a reducir, reutilizar y reciclar; hay que enseñar a ahorrar agua, electricidad. Es necesario el manejo conciente del medio ambiente. Pero la cuestión es se ahí esta el centro del problema, o más bien, el modo de arreglarlo.

El primer paradigma se encuentra en la definición de ambiente. En la cultura occidental, el término “medio ambiente” fue propuesto para llamar a juicio a la política de desarrollo. Apareció como una concientización de esta pequeña bola en donde vivimos, a través del viaje de Neil Armstrong a la luna. Logramos entender que hay más que nosotros, y transformó nuestra visión de la tierra en un objeto presente, real a nuestros ojos. Hay que preservar nuestro planeta. Se formó la Comisión Mundial del Medio Ambiente y Desarrollo (Informe Brutland) y el concepto de “desarrollo sostenible”. Pero en esta cosmogonía, medio ambiente sólo tiene forma y sentido como un producto de la economía.

En cambio, en tseltal, no existe el término medio ambiente. Existe la palabra ambiente, la cual se puede referir al ambiente interno – mente – o externo – naturaleza. Pero la separación no haz sentido, por que se supone existir una perfecta integración entre sociedad y naturaleza. Y sólo con esta integración es posible uno tener buena vida, por que es esta interligación que permite la perfecta armonía. La buena vida o lekil kuxlejal, es un conjunto de condiciones ecológicas y morales donde estos factores se interdeterminan. Al revés, “buena vida” para la cultura occidental, se define por el rendimiento personal y el producto interno bruto de un país; importa cuanto gañamos pero no como vivimos. ¿Qué valores estamos enseñando a nuestros hijos?

Llegué, como muchos que aquí llegan, pensando que tenía mucho que compartir, que enseñar. Me enteré que tenemos todos mucho que aprender y que “ambientalista” necesita de una redefinición, tal como medio ambiente.

Por eso ahora me pregunto, ¿quién necesita de aprender? ¿Las comunidades indígenas o la cultura occidental? ¿Y qué queremos aprender? ¿Es respectar el medio ambiente separar la basura por botes de colores? Por cierto también, pero mas que eso, hay que enseñar que ambiente somos nosotros y que tenemos de tener reverencia para con nuestro cuerpo interno y externo. El enseñamiento debe empezar con el establecimiento de la ligación de uno a la tierra. “Educación ambiental” no es más que un rol de herramientas para minimizar los impactes de la economía; antes de eso hay un trabajo más grande que hacer, un trabajo espiritual de ligación a nosotros mismos.

“Primero se formaron la tierra, las montañas y los valles; se dividieron las corrientes de agua, los arroyos se fueron corriendo libremente entre los cerros, y las aguas quedaron separadas cuando aparecieron las altas montañas.

Así fue la creación de la tierra, cuando fue formada por el Corazón del Cielo, el Corazón de la Tierra, que así son llamados los que primero la fecundaron, cuando el cielo estaba en suspenso y la tierra se hallaba sumergida dentro del agua.

De esta manera se perfeccionó la obra, cuando la ejecutaron después de pensar y meditar sobre su feliz terminación.”

Joana Prates.

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